La construcción de presas hidroeléctricas para el aprovechamiento del recurso del agua en la generación de energía eléctrica a nivel mundial, han generado una serie de problemas e impactos de índole físico, social, económico, político y ambiental. En México esta situación, no ha sido la excepción.
El establecimiento de este tipo de obras de infraestructura, al justificar su construcción pareciera tener mayores beneficios que efectos negativos. Sin embargo, la construcción de estas murallas en distintas cuencas a nivel nacional y planetario, causan situaciones complejas y por lo regular, adversas. Las consecuencias de estas obras son tanto sociales como ambientales. Por un lado los desplazados por las presas padecen de pobreza al desaparecer sus medios de subsistencia por la alteración de los ecosistemas, además de que los gobiernos no han cumplido con los proyectos de reubicación y las indemnizaciones son injustas, a lo que se suma que no han contemplado los costos de reparaciones ni desmantelamiento de las represas al cumplir sus 50 años de vida útil.
Cuando se lleva a cabo cualquier tipo de modificación en el paisaje natural por parte del género humano, es poco común, que pueda restablecerse sobre todo cuando se interrumpe la dinámica biótica y abiótica. Pese a ello, actualmente, 60% de todos los ríos del mundo se encuentran represados en casi un millón de este tipo de obras de infraestructura hidráulica, de las cuales, 40 mil de ellas son gigantescas cortinas que sobreexplotan la gran mayoría de los grandes ríos del planeta (el Ganges, el Nilo, el Río Amarillo). En México, las más grandes represas se encuentran construidas sobre los ríos Grijalva (Chiapas/Tabasco: presas La Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas); Papaloapan (Veracruz/Oaxaca: presas Temazcal y Cerro de Oro) y Río Balsas (Michoacán: presa el Infiernillo).
Fuente de información:
http://www.inecc.gob.mx/descargas/cuencas/cong_nal_06/tema_04/06_mario_gomez.pdf
El establecimiento de este tipo de obras de infraestructura, al justificar su construcción pareciera tener mayores beneficios que efectos negativos. Sin embargo, la construcción de estas murallas en distintas cuencas a nivel nacional y planetario, causan situaciones complejas y por lo regular, adversas. Las consecuencias de estas obras son tanto sociales como ambientales. Por un lado los desplazados por las presas padecen de pobreza al desaparecer sus medios de subsistencia por la alteración de los ecosistemas, además de que los gobiernos no han cumplido con los proyectos de reubicación y las indemnizaciones son injustas, a lo que se suma que no han contemplado los costos de reparaciones ni desmantelamiento de las represas al cumplir sus 50 años de vida útil.
Cuando se lleva a cabo cualquier tipo de modificación en el paisaje natural por parte del género humano, es poco común, que pueda restablecerse sobre todo cuando se interrumpe la dinámica biótica y abiótica. Pese a ello, actualmente, 60% de todos los ríos del mundo se encuentran represados en casi un millón de este tipo de obras de infraestructura hidráulica, de las cuales, 40 mil de ellas son gigantescas cortinas que sobreexplotan la gran mayoría de los grandes ríos del planeta (el Ganges, el Nilo, el Río Amarillo). En México, las más grandes represas se encuentran construidas sobre los ríos Grijalva (Chiapas/Tabasco: presas La Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas); Papaloapan (Veracruz/Oaxaca: presas Temazcal y Cerro de Oro) y Río Balsas (Michoacán: presa el Infiernillo).
Fuente de información:
http://www.inecc.gob.mx/descargas/cuencas/cong_nal_06/tema_04/06_mario_gomez.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario